La ex estrella de Dallas Charlene Tilton, quien interpretó a la “Poison Dwarf” Lucy en la popular telenovela de los ochenta, afirmó que estaba obsesionada por el fantasma de su abuelo.

Cuando era muy pequeña, Charlene vivía con su madre y su abuelo en un pequeño apartamento en Hollywood. Tenía solo seis años cuando falleció su abuelo, y a menudo estaba sola cuando su madre salió a trabajar. Un día, su madre llegó a casa y encontró a Charlene agachada con miedo en el umbral. Charlene le dijo a su madre que había algo “aterrador” en el piso. Al instante, su madre le dijo que el espíritu de su abuelo se demoraba en el piso.

Pero las experiencias sobrenaturales de Charlene ciertamente no terminaron con su infancia, ya que a medida que crecía siempre fue consciente de que el espíritu de su abuelo aún permanecía cerca de ella.

Un día, durante su adolescencia, un vecino llamó a su puerta y le pidió que apagara la radio, que estaba sonando música pop a todo volumen. Charlene se negó. Entonces empezaron a suceder cosas extrañas: manos invisibles arrancaron el enchufe de la pared y, cuando Charlene lo empujó de nuevo en el enchufe, lo sacaron de nuevo y con tanta fuerza que saltaron chispas. El vecino simplemente se quedó allí, boquiabierto en total incredulidad. Charlene supo que era el fantasma de su abuelo nuevamente.

Cuando Charlene se fue de casa para vivir en otra parte de Hollywood para comenzar su carrera como actriz y modelo, pensó que había dejado atrás el espíritu. Pero cuando se fue a vivir a un apartamento nuevo con su novio, su amante empezó a quejarse de que el lugar era “espeluznante”. La propia Charlene notó esta extraña atmósfera que impregnaba el lugar. Había puntos fríos en ciertas partes del apartamento y las puertas se abrían y cerraban por su propia voluntad.

Finalmente, Charlene decidió que había tenido suficiente de toda esta actividad fantasmal, por lo que se mudó a casa nuevamente con la esperanza de que la entidad se cansara de seguirla. Al final resultó que, una vez que Charlene se instaló en su nuevo hogar con vistas a un cañón, no tuvo más problemas con el fantasma. Parecía, para alivio de Charlene, que el espíritu de su abuelo finalmente había encontrado la paz.