(NOTA) El siguiente es un extracto de mi próximo libro titulado, “MORFANDO EN EL MUNDO REAL – EL MANUAL PARA ENTRAR EN LA FUERZA DE TRABAJO”.

Hoy, nuestra sociedad está impulsada por la tecnología y algunos me acusarían de ser un antitecnólogo. Después de haber participado activamente en la industria de la tecnología de la información durante los últimos 30 años, puedo asegurarle que esto simplemente no es cierto. He sido testigo de muchas mejoras tecnológicas diferentes a lo largo de los años, pero lo que más me intriga es cómo nos afecta socialmente. Creo firmemente que la tecnología se compra más como una declaración de moda que como una aplicación práctica. En consecuencia, tendemos a subutilizar o abusar de la tecnología, lo que cuesta a las empresas millones de dólares. En vez de “Listo, Apunta, Fuego” la gente tiende a “Fuego, objetivo, listo”. En otras palabras, las personas tienden a implementar la última tecnología antes de comprender con precisión qué es o qué negocio necesita. Para mí, esto es poner el carro delante del caballo.

Quizás la mayor diferencia entre el siglo XX y el XXI es cómo la tecnología ha cambiado el ritmo de nuestras vidas. Ahora esperamos comunicarnos con cualquiera en el planeta en segundos, no en días. Esperamos información a nuestro alcance. Esperamos levantarnos y caminar poco después de un reemplazo de cadera o rodilla. Básicamente, damos mucho por sentado. Pero este ritmo frenético también ha alterado la forma en que hacemos negocios y vivimos nuestras vidas. Para ilustrar, queremos resolver los problemas de inmediato y no tenemos paciencia para las soluciones a largo plazo. En consecuencia, tendemos a atacar los síntomas en lugar de abordar los verdaderos problemas, y aplicamos curitas para pacificar el momento en lugar de los torniquetes que realmente se necesitan. Estamos fácilmente satisfechos con la resolución de pequeños problemas en lugar de superar grandes desafíos. Personalmente, tendemos a vivir hoy, en lugar de planificar para mañana. Esta mentalidad me preocupa mucho.

¿Qué pasa si alguien desconectó nuestra tecnología? ¿Los ingenieros aún sabrían cómo elaborar productos? ¿Todavía sabríamos cómo enviar un producto o procesar un pedido? ¿Se detendrían nuestras transacciones financieras? ¿Se detendrían los negocios? La respuesta, desafortunadamente, es sí. Esto destaca la dependencia manifiesta que hemos desarrollado en nuestra tecnología y es motivo de alarma. Estamos siendo impulsados ​​por la tecnología en lugar de al revés. Al desconectar nuestra tecnología, estamos desconectando al ser humano. ¿Crees que estoy equivocado? Observe lo que sucede la próxima vez que se va la luz en su oficina u hogar.

Debido al dominio de la tecnología, las personas han permitido que sus habilidades de socialización se desvanezcan. Las cosas pequeñas, como la cortesía común, la apariencia y nuestra capacidad de establecer contactos con otros, se han deteriorado en el lugar de trabajo. Podemos ser efectivos en la comunicación electrónica, pero nos estamos convirtiendo en fracasos completos en la comunicación social. A lo largo del libro menciono cómo las personas actúan según las percepciones, correctas o incorrectas. Estas percepciones se basan en gran medida en nuestra capacidad de comunicación, como a través de los mensajes que transmitimos verbalmente o escritos, nuestra apariencia, nuestro lenguaje corporal y cómo tratamos a los demás. Si no podemos comunicarnos efectivamente en esta capacidad, ninguna cantidad de tecnología podrá alterar las percepciones de nuestros compañeros de trabajo, nuestros gerentes, nuestros clientes, nuestros vendedores o nuestros amigos y familiares.

Con este fin, he introducido una nueva Ley de Bryce:

“A medida que aumenta el uso de la tecnología, disminuyen las habilidades sociales”.