Los ensayos y las pruebas de la enseñanza de los estudiantes en riesgo

Las primeras cinco páginas de la historia de Elizabeth Blake (por cierto sin relación) me encontraron absorto sin remedio. Me enganché y tuve que leer “No Child Left Behind: The True Story of a Teacher’s Quest”.

Después de 20 años como tecnóloga médica en química y hematología, Elizabeth Blake estaba buscando un cambio, una nueva carrera. Sintió una profunda sensación de llamado a seguir los cursos de educación requeridos por el Departamento de Educación del Estado para obtener una licencia provisional para la enseñanza.

El llamado de enseñar y ayudar a los niños adolescentes en riesgo la atraía como un imán. Recibió un contrato como maestra de ciencias en una pequeña escuela alternativa para niños en riesgo y sin hogar. Estos estudiantes no pudieron asistir a clases regulares de secundaria.

Una romántica e ingenua Elizabeth no estaba lista para lo que ocurrió en su primer día de experiencia en el aula. Los planes cuidadosamente establecidos explotaron. El caos gobernaba. Beth descubrió rápidamente que muchos de sus estudiantes eran delincuentes juveniles y tenían oficiales de libertad condicional. Muchos asistieron a la escuela por orden judicial. Algunos llevaban pulseras electrónicas de seguimiento en los tobillos. Otros tuvieron que abandonar la escuela regular donde no encajaban y necesitaban opciones alternativas.

Elizabeth presenta a estudiantes especiales como Conejo, Javier, Bobby, Nakisha y Erica, quienes se llenaron de promesas y mostraron signos de madurez y evidencia real de aprendizaje en sus clases con la Sra. Blake. Esta motivación la inspiró a renovar su contrato cada año, a pesar de que a veces le asignaban tareas en tres escuelas diferentes.

Los administradores y el personal de la oficina del distrito hicieron de la experiencia docente de Elizabeth un desafío aún más difícil en un distrito escolar donde la pobreza, los disparos y la influencia de las pandillas eran una forma de vida aceptada. La administración y la junta escolar dieron el mejor servicio al ministerio de su distrito: “Nuestros maestros tratan con estudiantes problemáticos. Cada niño merece y recibe educación”.

Me identifiqué con el dilema de Beth. Como educador cristiano, he trabajado con un ministerio basado en la fe que atiende las necesidades de los menores encarcelados. El debilitamiento de la administración con el trauma, los disturbios y el caos se convirtió en una carga difícil de enfrentar. Beth estaba desconsolada cada vez que otro de sus alumnos resultó herido, hospitalizado o asesinado. En su desesperación, clamó a Dios por dirección y fuerza interior. Ella es compasión y una preocupación amorosa por sus alumnos.

El estilo de escritura de Blake me pareció apasionante, a menudo desgarrador, pero su actitud y enfoque siempre son positivos. Me alentaron sus referencias a los estudiantes que eligieron inscribirse en una variedad de programas universitarios o capacitarse para carreras profesionales más especializadas.

“No Child Left Behind? The True Story of a Teacher’s Quest” es un libro que desafiará a los administradores escolares, maestros y educadores. Debería requerirse una lectura específica para educadores y administradores dentro de cualquier distrito escolar del centro de la ciudad.