Una tarde, después de un extenuante examen de matemáticas, el maestro de matemáticas de Ayomah, el viejo y delgado Sr. Jacksotto Tobacco, fumando un cigarrillo delgado y enrollado a mano, los reunió para contar una noticia que había leído en un periódico. Fue una noticia conmovedora. Entre bocanadas de cigarrillo, narró a la clase cómo, una mujer de treinta años dio a luz a un bebé libre de la maldición de la enfermedad de Alzheimer de su familia, gracias a las maravillas de la ciencia médica. Para su joven mente, era difícil no sentir la alegría de la familia del bebé, o la esperanza de muchos otros que se sienten desamparados por su herencia genética.

El avance, según el Sr. Tobacco, ocurrió cuando los médicos en Chicago, en los Estados Unidos, aplicaron pruebas genéticas a lotes de óvulos humanos, ayudando a la mujer a tener un bebé libre de la enfermedad de Alzheimer temprana de su familia. Según él, sin dicha intervención, el bebé habría tenido una probabilidad de 50-50 de volverse senil cuando tuviera 40 años. Pero tuvo un sentimiento terrible al pensar en las implicaciones de esta evolución aparentemente maravillosa de la ingeniería médica. ¡En poco tiempo, los ricos podrán comprar no solo una mejor educación para sus hijos sino también mejores genes! Este pensamiento fue especialmente preocupante para alguien que no conocía el paradero de su padre y que estaba siendo criado por un padre soltero que luchaba.

Cuando era niña, a Ayomah se le enseñó esto en la escuela: dada la oportunidad entre ser rico y ser inteligente, uno siempre debería elegir lo último, ya que las personas inteligentes siempre podrán encontrar una manera de enriquecerse y las personas tontas podrían perder fácilmente la riqueza de alguien más había trabajado tan duro para acumular en su nombre. Esta simple propuesta fue poderosa para aquellos de nosotros que crecimos con menos y cuyas esperanzas se derivaron del conocimiento de que, incluso si las personas pobres y talentosas tienen una oportunidad en un mundo que de otra manera sería desigual. Pero después de escuchar la historia del Sr. Tobacco, ¡resultó que el dinero también comprará inteligencia! Después de que la clase terminó, Ayomah se fue de casa pensando que las perspectivas para su familia, que ya era desalentadora, en el futuro se volverán casi desesperadas. No podría haber narrado lo que escuchó del Sr. Tobacco a su mamá. Ella estaría abatida.

Ayomah tenía una gran historia que contar, decidió ponerla en forma de libro. No pudo publicarlo porque estaba restringido por el dinero. Más tarde, logró obtener algo de dinero, publicó el libro pero otro desafío más: no puede publicitarlo. Está nuevamente restringido por el dinero. Piensa en abandonar por completo la idea de escribir y comenzar un negocio. Aquí también, estaba restringido por el dinero. Finalmente decidió regresar a la escuela para adquirir habilidades comercializables. Esperando que después de su graduación pueda encontrar un buen trabajo. Aquí también, se le exigió que primero pagara cierta matrícula para ser aceptado en esa institución. Lo restringieron nuevamente por dinero.

No pudo obtener la inscripción. Luego llegó a una conclusión muy poderosa: en el mundo comercializado de hoy, ¡el dinero lo es todo!