La era venidera ha traído consigo numerosas adicciones patológicas nuevas, una de ellas es la adicción al juego. El juego patológico fue reconocido como una enfermedad por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría en la década de 1980. Robert L. Custer, MD, es un pionero en este campo de los problemas de juego.

Las personas que caen presas de esta adicción suelen ser aquellas que obtienen ingresos mediante el blackjack, el póquer u otras actividades de juego. Son jugadores profesionales que visitan los casinos no por diversión, sino para emplear sus habilidades y ganar dinero.

Según su forma de jugar y la fuerza impulsora que lo impulsa, los jugadores pueden clasificarse. Por ejemplo, mientras que los jugadores profesionales son hábiles y buenos en su juego, los jugadores casuales juegan simplemente por recreación.

Los síntomas de la adicción al juego suelen ser difíciles de identificar. Dado que esta enfermedad es diferente de otras adicciones relacionadas con sustancias como el abuso de drogas o alcohol, las indicaciones de esta enfermedad son sutiles. La forma más cercana posible en la que se pueden manifestar los síntomas de esta adicción es a través del “Modelo Custer de tres fases”. Según su modelo, la adicción al juego puede caracterizarse por tres fases: la fase ganadora, la fase perdedora y la fase desesperada.

En la etapa ganadora, el jugador compulsivo está extasiado y sobreexcitado con estas ganancias y no está dispuesto a dejar de jugar. Por tanto, el adicto suele incrementar su intensidad de juego. Sin embargo, siendo la pérdida la otra mitad del juego, su racha ganadora es de corta duración. No obstante, las pérdidas recurrentes no lo disuaden, ya que quiere volver a ganar y recuperar su dinero. Los jugadores adictos sufren estrés financiero, pérdida de sueño y fatiga mental en esta fase. Se enfrentan a problemas en el ámbito familiar. El paciente también tiende a pedir prestado grandes cantidades o aprovechar algunos planes para hacer dinero. A medida que el jugador sigue enfrentando pérdidas en días alternos, le resulta difícil mantenerse alejado del juego. Los jugadores compulsivos pueden recurrir a cualquier medio para recaudar fondos para su obsesión. Se desesperan y sus deudas se vuelven ingobernables. La pérdida de puestos de trabajo, las peleas con amigos y familiares, la comisión de delitos o tendencias suicidas definen esta fase.

La pregunta de por qué se juega, no puede responderse en términos definitivos. Una de las razones dominantes es la salud mental del jugador. Para algunas personas, el juego sirve como una vía de escape de sus vidas. Un jugador compulsivo juega por diversión. Simplemente es incapaz de mantenerse alejado de eso. Muchos investigadores también culpan a la facilidad de acceso a los casinos. El gobierno y su fondo de lotería también son ampliamente condenados.

Existen programas y centros de tratamiento para tratar esta enfermedad. La terapia y el asesoramiento regulares son una técnica eficaz y ampliamente utilizada para curar esta enfermedad. También han surgido varios grupos de apoyo, donde los adictos comparten sus experiencias y fortalecen el deseo de los demás de dejar de jugar. Algunos grupos que financian dichos programas incluyen casinos y loterías estatales. Algunos casinos hacen hincapié en el juego responsable y han tomado medidas para concienciar a la gente sobre su adicción.

Sin embargo, el primer paso, antes de emprender cualquier tratamiento, sería reconocer esta enfermedad. Con síntomas y efectos muy leves, esta adicción es difícil de detectar y reconocer. Por lo tanto, es útil estar consciente para actuar con sabiduría.