Las teorías cuánticas se han aplicado a todas las disciplinas de las ciencias físicas porque toman en consideración un aspecto muy importante de un sistema, y ​​es la cooperación grupal. Esto es especialmente importante para la biología porque las células y las moléculas no están aisladas unas de otras en el cuerpo. Actúan y reaccionan juntos de una manera que admite todo el sistema.

Un ejemplo radical de cooperación grupal se puede encontrar en lo que se conoce como condensado de Bose-Einstein, o BEC. A temperaturas extremadamente frías, los gases y líquidos actúan como un todo unificado y cambian las propiedades para convertirse en superconductores, lo que significa que ya no ofrecen resistencia al flujo de electricidad o superfluidos donde pierden toda la viscosidad. El BEC es reconocido como un último estado de coherencia. En una serie de documentos de 1960-1980, el físico Herbert Frohlich propuso que las membranas celulares actúen de manera similar a un BEC en ciertas condiciones. Sugirió que los sistemas biológicos están lejos del equilibrio, lo que significa que están en un estado activo y no equilibrados e inertes. Con la gran cantidad de energía que tienen disponible, los sistemas biológicos pueden exhibir un comportamiento no lineal. Con suficiente energía y enfoque, todo el sistema puede saltar a un estado de coherencia que luego se convierte en una estructura autoorganizada y ordenada. Los modelos de Frohlich utilizaron moléculas especiales en las paredes celulares de los tejidos vivos llamados dipolos. Constantemente les suministraba energía metabólica que los hacía vibrar y descubrió que estas vibraciones eléctricas (de los dipolos) se acoplarían a las vibraciones acústicas inherentes a la estructura (sonidos en el cuerpo como latidos cardíacos y respiración). El proceso de arrastre resultante podría estudiarse utilizando las matemáticas de la dinámica no lineal.

Este descubrimiento solo pudo haber sido concebido durante la era de las computadoras. Sin ellos, las ecuaciones de la dinámica no lineal eran en su mayoría insolubles debido a su extrema complejidad. Una hoja que sopla en el viento es un ejemplo de un sistema dinámico no lineal simple. Su movimiento es variado, pero tiene un rango finito. Escribir una ecuación matemática que demuestre con precisión este movimiento es una tarea formidable. Estas ecuaciones son tan desgarbadas que solo en casos excepcionales pueden resolverse para valores numéricos reales. Por esta razón, la mayoría de los físicos, incluidos los primeros físicos cuánticos, optaron por documentar su investigación en ecuaciones lineales simplemente porque podían resolverse. Con el advenimiento de las computadoras poderosas, las ecuaciones dinámicas no lineales finalmente podrían abordarse. Este desarrollo abrió una ventana completamente nueva a través de la cual los físicos podían ver el movimiento y el funcionamiento de sistemas completos y lo que vieron los sorprendió. En lugar de soluciones cuantitativas, los científicos ahora tenían soluciones cualitativas que describían con mayor precisión el sistema. Encontraron una manera de describir el comportamiento errático que a veces exhibe un sistema y lo definieron como “caos determinista”. Esto les dio una visión tremenda del funcionamiento de una entidad viviente, que es un ejemplo de un sistema dinámico no lineal infinitamente complejo.

Es interesante observar que la capacidad de resolver ecuaciones dinámicas no lineales benefició en gran medida a los sistemas de modelado por computadora tridimensionales. Esta es una de las razones por las que los gráficos de animación se ven tan maravillosamente ricos y realistas ahora.

Frohlich propuso que la frecuencia de esta configuración acoplada entre la vibración eléctrica y la vibración acústica ocurriera en el rango de microondas, pero aún no se ha probado esta teoría, aunque los experimentos sobre ella continúan siendo investigados hasta el día de hoy. Otros factores en su teoría han provocado mucha investigación por parte de científicos de todo el mundo. A fines de la década de 1960, Frohlich predijo que la matriz viva del cuerpo produciría oscilaciones coherentes o similares a las de un láser. Cuando energizó los dipolos, comenzaron a emitir radiación EM, o luz en forma de fotones virtuales. Aumentó la energía y descubrió que las moléculas comenzaron a vibrar al unísono hasta que saltaron a un estado coherente. En otras palabras, se volvieron tan coherentes que transmitieron la luz como una antena unificada. La energía adicional no afectó al sistema.

La palabra LÁSER es un acrónimo de amplificación de luz por emisión estimulada de radiación. Los láseres amplifican la luz al reciclar parte de la energía coherente o altamente organizada que producen de nuevo en el sistema que luego estimula emisiones aún más coherentes. En terminología láser, la coherencia se define como la luz que es de la misma frecuencia y fase. Es un todo unificado. La coherencia en los sistemas vivos significa que los elementos individuales conservan su independencia, pero se ven obligados a funcionar juntos o cooperar entre sí como un todo. Frohlich afirmó que un sistema coherente vivo es aquel en el que “prevalece un orden global y actúa de nuevo para condicionar los elementos individuales del sistema y coordinar su comportamiento”. En otras palabras, como un láser, los sistemas biológicos tienen un circuito de retroalimentación. A medida que el sistema comienza a ser coherente, parte de esa energía se retroalimenta al sistema, estableciendo un “orden global”. Esto obliga a los elementos individuales del cuerpo a cooperar entre sí, lo que aumenta la capacidad de todo el sistema para ser aún más coherente.

Debido a que las vibraciones eléctricas que forman los dipolos son arrastradas a las vibraciones sónicas del cuerpo, como el latido del corazón y la respiración, prácticas como la meditación ayudan al cuerpo a ser más coherente. Esto ayuda a que todos los sistemas individuales del cuerpo apoyen el todo y mantengan la salud.