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Tomás Abraham, con Dante Palma como adjunto, dictó un seminario de introducción a la filosofía allá por el año 2006. Fue un seminario de masiva concurrencia: más de 550 personas cursaron un seminario de 8 clases con periodicidad quincenal en el Centro Cultural del Parque España de Rosario, con la intención de adentrarse a la pregunta filosófica de la mano de quien por más de 15 años había conducido el Club Argentino de Filosofía (CAF).

En este seminario Abraham realiza una propuesta de reflexión sobre algunos puntos determinados de la historia del pensamiento filosófico con un planteo inicial pedagógicamente interesante: sostiene allí -ya lo verán en la primer clase- que “con las clases no alcanza”. El planteo de fondo es que lo que diga el orador siempre quedará con la carencia de necesitar ser completado por los “cursantes”. De ese modo, el planteo del espacio de estudio como un espacio de trabajo -de trabajo a la incitación del pensamiento a partir de pensamientos de otros- es un faro interesante para definir como guía.

“El trabajo del pensamiento no es un trabajo de inspiración. No es un trabajo de asociación libre. Es un trabajo que tiene que ver con el trabajo de otro. Y ese pensamiento de otro es una invitación a provocar pensamientos propios. […] Este es un camino ríspido. Es decir, lleva tiempo, exige compromiso y exige constancia. No les estoy diciendo algo así como que simplemente esto es algo “muy serio”. Aca no se trata de seriedad, siempre se trata de placer: estamos hablando de placer porque queremos estar acá. Yo estoy acá porque quiero estar acá. Y ustedes están acá porque sienten placer o tienen una expectativa que les produce placer -y espero que no sea decepción- en estar acá.
Yo estoy hablando de placer, pero los placeres no tienen que ver con la felicidad. El placer implica esfuerzo. Entonces este esfuerzo es el estudio. Tendremos que constituirnos, a pesar del enorme número -de gente- que aquí nos convoca, como si fuéramos un pequeño núcleo de estudio, en donde yo los oriento.
Yo no puedo darle a ustedes la historia de la filosofía como si fuera un erudito, por múltiples razones. Primero, porque no soy un erudito. La mayor parte de la historia de la filosofía la desconozco. Es decir, no he confrontando lo más grandes textos, posiblemente. A pesar de que me dedico hace cuarenta años a esto. […] No se trata de completud, de saber todo. Se trata simplemente de encontrar un camino propio en este mundo de 2500 años de historia que se llama “Filosofía”.

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