Hay alrededor de un millón de especies de insectos y muchas más por descubrir. Incluyen, por ejemplo, hormigas, abejas, avispas, escarabajos, mariposas, libélulas y pulgas. Su tamaño varía desde insectos microscópicos que viven en el suelo hasta grandes escarabajos y mariposas, pero todos comparten ciertas características comunes.

Sus cuerpos se dividen en aproximadamente 20 segmentos que se agrupan en la cabeza (6 segmentos fusionados), el tórax (3 segmentos) y el abdomen (11 segmentos). Todos los insectos tienen un exoesqueleto que consiste en una cutícula firme.

La cabeza lleva órganos sensoriales y piezas bucales. Hay un par de antenas que son sensibles al tacto y al olfato. También hay un par de ojos compuestos formados por cientos de lentes y células sensoriales separadas. Estos pueden detectar luz, movimiento y color y pueden formar imágenes crudas de formas. En las abejas y las mariposas, estos sentidos permiten que el insecto encuentre fuentes de néctar en las flores por su color, forma y olor.

Hay tres juegos de piezas bucales transportadas externamente en la cabeza. Un par de mandíbulas (mandíbulas) muerde porciones de comida y las pasa a la boca. Un par de maxilares ayudan a saborear y manipular la comida y el labio (labio inferior) tiene una variedad de funciones dependiendo de la especie de insecto.

Todos los insectos tienen tres pares de patas, un par en cada segmento torácico. Hay cinco secciones en cada pierna con uniones entre cada sección que le dan a la pierna la capacidad de moverse en diferentes direcciones. El exoesqueleto en las articulaciones consiste en una cutícula flexible que permite la libertad de movimiento.

También en cada uno de los segmentos segundo y tercero del tórax, por lo general, hay un par de alas, aunque en algunos insectos (por ejemplo, moscas y mosquitos) se pueden reducir a un par y varias especies no tienen alas.

En el insecto maduro, el abdomen no tiene apéndices que no sean algunos aparatos en el segmento final para ayudar con la puesta de huevos.

El exoesqueleto firme sostiene al insecto, mantiene su forma y lo protege del daño y de la evaporación. El exoesqueleto rígido evita que los insectos crezcan de manera continua y el crecimiento se produce en brotes. La capa externa de la cutícula se desprende y el insecto expande su cuerpo hasta que se forma y endurece la nueva capa de cutícula. Este proceso de muda (o ecdisis) tiene lugar 5 veces o más hasta que aparece el insecto maduro, después de lo cual no hay más crecimiento o ecdisis.

El crecimiento intermitente tiene lugar en las etapas larval o ninfa del ciclo de vida de un insecto. Los insectos como las mariposas o las abejas, que exhiben una metamorfosis completa, tienen estadios larvarios muy diferentes a los del adulto, p. vuelen gusanos u orugas de mariposas. La penúltima muda resulta en una etapa de reposo, la pupa, en la que se forman los rasgos adultos. La muda final revela el insecto maduro.

En los insectos como la cucaracha o el saltamontes, que tienen metamorfosis incompleta, las primeras etapas se llaman ninfas y se parecen mucho al adulto, excepto que sus alas no se han formado. Se producen pequeños cambios de forma en cada ecólisis hasta que emerge el insecto alado maduro.