La adicción al sexo es una de las adicciones menos comentadas y menos entendidas. Esto se debe principalmente a la falta de voluntad de nuestra sociedad de mirar honestamente la sexualidad. Sin embargo, recientemente se está logrando una comprensión más clara de las adicciones sexuales. Hoy, la idea de que alguien podría engancharse al sexo es inquietante para la mayoría de las personas. La mayoría negará que el problema sea en realidad una adicción química y sugerirán que realmente causa que alguien sea una ‘zorra’ o ‘jugador’ o que la persona sea solo un ‘perro con cuernos’. Las personas son más capaces de admitir que tienen malos hábitos que admitir que están enganchados con alguien o algo. Esta confusión sobre la adicción al sexo está influenciada principalmente por el estereotipo de nuestra sociedad hacia los adictos.

Los adictos al sexo son aquellos que participan en patrones persistentes y crecientes de comportamiento sexual. Este comportamiento generalmente aumenta a medida que avanza el tiempo y el problema, a pesar de las consecuencias negativas para uno mismo y para los demás. Se vuelven adictos a los cambios no-químicos que tienen lugar en el cuerpo durante el comportamiento sexual. Se dice que esta no es una condición poco común como algunos pensarían. De hecho, más de 15 millones de personas en todo el mundo sufren de este tipo de adicción. La adicción sexual tiene muchas formas diferentes que incluyen: masturbación compulsiva, sexo con prostitutas anónimas u otras parejas. asuntos múltiples fuera de una relación comprometida, exhibicionismo habitual, contacto sexual inapropiado, abuso sexual de niños y violaciones. Lo peor de todo lo anterior es el abuso sexual infantil. Se dice que el 60 por ciento de las personas que tienen una adicción sexual fueron abusadas por alguien en la infancia. Es como una pesadilla recurrente, la adicción al sexo lastima a muchas personas e incluso puede llevar a otros a desarrollar la adicción.

Los adictos al sexo no comprenden los riesgos que corren. Sienten que su vida está fuera de control. Para lidiar con el dolor, el adicto sexual puede recurrir a otras adicciones como el alcoholismo, los trastornos alimentarios y las drogas abusivas. Muchas veces el suicidio es también un pensamiento constante. La adicción no hace que una persona sea inútil, solo esconde la verdadera personalidad y las cualidades positivas del adicto. Sin embargo, muchos adictos al sexo no participan en ninguna actividad pública que mejore su nivel de excitación. En cambio, pasan horas leyendo o viendo pornografía, y eventualmente la masturbación es parte de su actividad. La adicción sexual es progresiva y rara vez mejora. Con el tiempo se vuelve más frecuente y más extremo. En otras ocasiones, cuando parece estar bajo control, el adicto simplemente se dedica a uno de los rasgos comunes del proceso de la enfermedad en el que cambia de la liberación sexual al control de la misma.

Muchos adictos buscan ayuda para su adicción sexual, pero la interrumpen o la encuentran inútil. Aprecian cada vez más la realidad del problema, pero tienden a contrarrestar esta comprensión minimizando el problema o pensando que pueden solucionarlo por sí mismos. La mayoría teme que dejar la adicción signifique renunciar por completo al sexo.

La recuperación no es una pendiente recta que conduce directamente a una meta deseada, pero sigue un camino algo predecible. Para seguir este camino, el adicto primero debe reconocer su problema y ser capaz de abordar su comportamiento adictivo, luego debe comprender el papel que ha desempeñado la adicción. El adicto debe aprender el valor de sí mismo como persona integral, más que como un objeto sexual.